Dada la creciente preocupación acerca de la presencia de plaguicidas en diferentes componentes del sistema (aire, agua, suelo) se ha propuesto emplear indicadores ambientales como una herramienta a la elección de prácticas agrícolas tendientes a disminuir el impacto perjudicial sobre el ambiente. Los cultivos de cobertura ofrecieron una alta eficacia en el control de malezas invernales, en particular rama negra. La estrategia del CC con el tratamiento de “quemado” sin atrazina resultaron en el menor Índice Ipest lo cual implica el menor impacto ambiental.
INTRODUCCIÓN
Los cultivos de cobertura proveen diferentes beneficios a los agroecosistemas, tales como control de la erosión, secuestro de nutrientes/contaminantes; provisión y/o liberación de nitrógeno, producción de forraje [1] y supresión de malezas [2]. Reciente conciencia ambiental y ecológica ha promovido el uso de cultivos de cobertura. Actualmente se realizan ensayos de forma de evaluar y analizar su mejor utilización en los actuales sistemas de producción de forma de complementar o sustituir el uso de insumos de síntesis. Sin embargo, los resultados de esta práctica de cultivo de cobertura son dispares debido a la variabilidad extrema de los suelos y sistemas de producción [3] Existen antecedentes que ciertos cultivos de cobertura también pueden mejorar control de malezas mediante el aumento de la cobertura y por la liberación de sustancias alelopáticas suprimiendo el crecimiento de malezas. De esta manera, en algunos casos, eliminando la necesidad de herbicidas de preemergencia [4]. Hay antecedentes que indican que el raigras italiano redujo significativamente la materia seca de malezas en comparación a avena, centeno, trigo, vicia, trébol subterráneo y trébol Crimson. Sin embargo, se observó una reducción en el establecimiento de las plantas del cultivo de soja debido, probablemente, a una barrera física impuesta por los cultivo de cobertura o bien a la liberación de sustancias alelopáticas que lo afectara negativamente [5].
Dada la creciente preocupación acerca de la presencia de plaguicidas en diferentes componentes del sistema (aire, agua, suelo) se ha propuesto emplear indicadores ambientales. Estos pueden definirse como una medida ó estimación de las consecuencias de la acción de uno o más parámetros ambientales. Los índices y/o indicadores de impacto de los plaguicidas son de gran valor para un gran número de actores de la sociedad, incluida la comunidad científica y académica, los administradores de los recursos naturales, y los usuarios de los plaguicidas, como una herramienta que ayuda a la elección de prácticas agrícolas tendientes a disminuir el impacto perjudicial sobre el ambiente [6].
Los objetivos del trabajo fueron evaluar diferentes estrategias de barbecho a maíz, incluyendo cultivos de cobertura, sobre la disponibilidad de agua y nitrógeno; y la eficacia de supresión de las malezas; estimar mediante el índice Ipest el impacto ambiental de las diferentes tecnologías empleadas para el control de malezas.
MATERIALES Y MÉTODOS
Se instaló un ensayo en la EEA Anguil del INTA, sobre antecesor soja sembrada en labranza convencional con escaso remanente de rastrojo en superficie. El suelo fue un Haplustol Entico de textura franco arenosa con un perfil típico A, A/C y C; con un contenido de carbono orgánico en la capa superficial de 1,18% y 13,31 mg/kg de fósforo disponible (Tabla 1). El día 7/4 se realizó una aplicación general de herbicidas forma de partir con el lote libre de malezas. El 14/4 se establecieron los tratamientos de “barbecho”. Se sembraron en siembra directa los cultivos de cobertura (CC): Triticale Espinillo (T) (× Triticosecale) 83 kg/ha; Vicia (V) (Vicia sativa) 30 kg/ha y Vicia + Triticale (V+T), 15 y 70 kg/ha, respectivamente. Se aplicó el herbicida residual en el tratamiento de Barbecho Químico (BQ), y el tratamiento Testigo (Test.) quedó sin aplicación de herbicida residual. El 8/10, en forma transversal a los barbechos, se procedió a la aplicación de los tratamientos de “quemado” de los CC de dos franjas (1 y 2) de 16 m (Tabla 2). Se dejó la franja 3 sin “quemar” para medir el consumo de gua y nitrógeno por parte de las malezas y los CC hasta momentos previos a la siembra.
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AGRADECIMIENTOS
Por los aportes económicos de PE PNNAT-1128043 del INTA y a la compañía MONSANTO Argentina.
REFERENCIAS
[1]. Field Crops Research (2015), 175, pp. 106–115.
[2]. Crop Protection (2015), 71, pp. 79-87.
[3]. Role of cover crops in integrated crop production systems (1991). En Cover crops for clean water, pp. 167-183. Soil and Water Conservation Society. ISBN 0-935734-25-2
[4]. Role of cover crops in weed management and water quality (1991). En: Cover crops for clean water, 167-183 pp. Soil and Water Conservation Society. ISBN 0-935734-25-2.
[5]. Weed Technology (2001), 15, pp: 660-668.
[6]. Chemosphere (1998), 36, pp. 2225–2249.
[7]. Software índice de riesgo ambiental. Tablero de comando sobre riesgo de contaminación ambiental por plaguicidas (2009), 38. JAIIO, Mar del Plata, ago/09. www.fca.unl.edu.ar/tictambo
[8]. Estadísticas agroclimáticas de la EEA Anguil “Ing. Agr. Guillermo Covas”. Período1973-2011(2012), Publicación Técnica Nº 88, 46 pp. EDICIONES INTA, EEA INTA Anguil.