En las oficinas de la Av. Alem entrevistamos a Teo Zorraquin, ingeniero agrónomo y socio gerente de Zorraquin + Meneses y Asociados. Su experiencia en el mundo del agro pero sobre todo en los agronegocios le permite tener una visión muy certera en cuanto a la idiosincrasia del productor agropecuario.
Por Juan Carlos Grasa
Sabemos que desde la asunción del gobierno de Mauricio Macri muchas cosas han cambiado o van camino al cambio. ¿Cómo ves la Agroindustria en esta etapa post kirchnerismo?
Creo que hay que ver el vaso medio lleno. Hubo un cambio abrupto de expectativas en todo lo que tiene que ver con los agronegocios pero esto no significa que todos los problemas fueron resueltos. Tenemos problemas en el sector como así también en la macro, y aunque estoy totalmente alineado con la forma de pensar de este gobierno – sobre todo con el ministro de hacienda- me preocupa ver que el 8% del PBI será déficit, tanto este año como en el próximo.
De todas maneras la relación gobierno-campo llevó un aire fresco al mundo agro.
La quita de retenciones, la liberación del comercio, los mensajes positivos –como recordarles que son el motor del país – generó una muy buena recepción del agro en general, con una pequeña “tos” debido a la no quita de los 5 puntos a la soja. A todos los productores le hubiera gustado que se avance en ese tema, pero hay una comprensión y una paciencia superior porque creo nadie quiere volver a la vieja realidad con la que convivimos todos…
¿Crees que el productor debería hacer algún tipo de autocrítica en cuanto a la manera de conducir su trabajo?
Creo que los productores nos deberíamos hacer cargo ahora de nuestra realidad. Al irse Cristina, también se fueron algunas excusas…hoy nos paramos de diferente modo, planteándonos si somos competitivos, si somos rentables, si tenemos mucha deuda, es decir, comienza a tener importancia ciertos indicadores que antes no eran tenidos tan en cuenta.
Hoy recalcamos la importancia de la competitividad. El sector lo es, tanto en lo externo –Estado, país, mercado, etc. – aunque vale aclarar seguimos estando en el puesto 104° de 138 en el Word Economy Forum – pero esto de a poco está cambiando. Lo que creo deberíamos también es aumentar la competitividad interna, y para eso debemos tener bien en claro el concepto de competitividad interna y qué cosas incluye.
¿Cuáles serian los conceptos básicos de competitividad?
Para empezar hay que tener objetivos básicos y compartidos; saber hacia dónde vamos; transmitirlo; contar con gente que trabaje a gusto en la empresa, con beneficios y proyecciones donde el empleado se sienta parte; que cada uno sepa qué rol tiene dentro del esquema de la compañía. Lo que las empresas deben incorporar es la idea de organización, de pensar varias veces al año hacia donde quieren orientar el crecimiento. Muchas veces sucede en las empresas chicas, que al hacer todos casi todo, surge una excusa perfecta que es la de no tener tiempo, pero deben implementar 2 o 3 veces al año reuniones donde se piense y se proyecte.
No hay que salirse del foco. Esa visión hace que uno se desvíe menos y por ende hacerse más competitivo.
¿Y qué te parece falta en las agro-empresas respecto a la competitividad?
La actitud y la innovación es otro perfil que debemos tener en cuenta, saber cuál es la estrategia para los próximos años. Esto se divide en 5 opciones: 1°- hacer más de lo mismo. 2°- hacer más de lo mismo pero mejor. 3° más de lo mismo pero mejor y más grande, actitud que permite recuperar escala. 4°- Hacer algo que tenga relación con el negocio que ya se tiene, pero con una vuelta de rosca, de innovación. 5°- Hacer algo distinto pero por afuera del eslabón en el que uno se mueve.
Estas dos últimas opciones se ven poco, porque hoy la gente busca ganar competitividad con lo que ya tiene. Es importante cuando uno define una estrategia, saber en cuales de estos puntos pararse.
Pienso que si con el escenario del anterior gobierno no fuimos más competitivos ¿porque lo seríamos ahora, que de algún modo contamos con ciertos beneficios que en los últimos 8 años no tuvimos?
Yo te diría que para el entorno de guerra que hubo, fuimos super competitivos, pero no todos sobrevivieron, y esto tuvo que ver con distintas circunstancias que todos los productores debieron pasar. El mercado se achicó y los que quedaron en pie –con deudas o como sea – se sumergieron en la competitividad relacionada con “seguir estando”. Conozco una empresa que en el 2012 tuvo como objetivo llegar al 2016, y por ejemplo, admitían niveles de endeudamiento superiores a los razonables para alinear las cosas hacia esa continuidad, esperando un cambio de gobierno; una competitividad enfocada a la supervivencia.
Así tal como nos manejamos ¿crees que somos capaces de crecer en competitividad?
Hoy por hoy hay una chance de avance por el entorno de competitividad externa, pero necesitamos un cambio cultural de ser un poco más innovadores. Si bien en el agro se ve, más me interesa la micro innovación que las olas de innovación. Está claro que el sector es muy innovador, por eso somos primeros exportadores de aceites, harinas; pero creo que hay que focalizar el análisis en cada empresa en particular. Todo este tema debería llevarnos a ganar dinero y no a perderlo –salvo algunas veces- , porque los esquemas competitivos tienden a ganar más que a perder.
¿Cómo es tu visión según tu experiencia como administrador en cuanto a las empresas familiares? Porque seguro no responde tal como una empresa grande.
Sí, dentro de este entorno de competitividad están las empresas familiares que tienen una dinámica diferente, en general son miembros de una familia con algunos espectadores pasivos a quienes les gusta participar a cambio de recibir algún dividendo. Aquellos que administramos empresas familiares tenemos mucha más responsabilidad que los administrados porque debemos generar espacios de debate, brindar información económica, hacer reuniones de directorio, y tomar con seriedad a los miembros de la empresa, su rol y su responsabilidad, aunque sea mi hermana, mi tío o el pariente que sea. El administrador debe hacer las cosas independientemente de quien lo lee o de quien se informa.
¿Y cómo se manejan en cuanto a las diferencias que pueden surgir dentro de una empresa familiar, por ejemplo a los que quieren vender los campos?
Hay que respetar a quien quiere vender un campo, pero debe hacerse con cierta visión, saber que un campo es un patrimonio, teniendo claro qué se le quiere dejar a los hijos, si un patrimonio o una empresa. Las dos cosas son válidas pero la estrategia es distinta. La empresa necesita de escalas, de procesos, de socios, de diversidad; y el patrimonio no. Se debe focalizar.
Escuchándote pienso en que es muy diferente plantarse en la vida como un productor o como un empresario ¿Cuál es básicamente la diferencia para pasar a ser un empresario?
Hay que diferenciar una empresa de un negocio. Un negocio es trigo, soja, vaca…y una empresa es aquello por lo que se monta el negocio, su gente, sus valores, sus activos, sus pasivos, sus relaciones, su red de confianza, sus capacidades, sus talentos. Si se decide pasar de trigo a soja, se sigue teniendo una empresa pero con otro producto. Lo que debe ser competitivo es la empresa, y arriba de ella montar negocios competitivos.
En general los productores pasan a ser emprendedores más que empresarios, y creo que la diferencia entre ser solo productor o bien ser emprendedor-empresario, es la visión de futuro y el manejo de economía-finanzas. Es muy bueno tratar de emprender cosas nuevas en el esquema de producción. Es muy bueno generar el espacio para que algo nuevo surja, porque sino la ley de herencia hará que un campo se divida en pedazos; y si no tenes campo, la ley de mercados exigirá siempre competitividad.
¿El cambio generacional muestra cada año una mayor brecha en cuanto a modernización?
Las nuevas generaciones tienen más chances de estar mejor formadas, con mayor manejo de las tecnologías. La secuencia virtuosa de sabiduría y experiencia de los veteranos abriéndole las puertas a los nuevos, en busca de una buena relación, suma y mucho. Hay productores que teniendo un campo no pueden contar con sus hijos en la herencia de ese trabajo porque ellos decidieron dedicarse a otra cosa, y por eso, esos productores recurren a gerentes o empleados, que muchas veces se convierten en socios minoritarios y eso genera compromiso y fidelidad.
Estamos viendo asociaciones de empresas que se unen en pos de una sinergia en beneficio de todos. ¿Crees que sucede lo mismo con los productores?
Los productores tienden a ser bastante solitarios. Esto no sucede en las empresas, donde muchas hacen alianzas que benefician a todos los integrantes. Es otra dinámica. El esquema tradicional del productor es: mi camioneta, mi campo, mi contador; y ese esquema tiene menos proyección que uno que sea más abierto, más dinámico. Por ejemplo, el pool de siembra como concepto no ha muerto, y esto tiene que ver con el talento y la búsqueda de plata. Le dan un aire de modernidad al sector y obligó al que no estaba dentro del pool a ser más competitivo. Cuando uno administra un campo debe demostrarle al dueño que es mejor negocio producir que rentarlo. La competencia te hace más competitivo.
Y en ese ser más competitivo, creo que el negocio también cambió y para bien, con un esquema diferente. ¿Coincidís con esto?
Las malezas resistentes nos han hecho volver a la agronomía, el exceso de soja también, se está poniendo más complejo. Hoy se requiere más talento y se plantea una discusión para los profesionales del sector. Hay un programa que se ganó el Oscar a la Tecnología que es el AgroZone, una aplicación que va a permitir por medio de una foto del cultivo que sacará el productor saber cómo manejar el campo. Tendrá además inteligencia artificial para poder lograr darle uso, logrando resultados en base a porcentajes, y esto plantea cual será el rol de los profesionales del agro. Se plantea un desafío tecnológico que será exponencial. Debemos saber que la tecnología nos juega a favor y en también en contra. El proceso de adaptación será de quien produce y de quienes prestamos servicios al agro. Debemos lograr diferenciarnos en algo y saber si eventualmente es necesario cambiar de segmento.
La tecnología plantea un desafío urgente.
El desafío a futuro tiene las dos caras, por un lado es muy atractivo y por otro muy amenazante. Los veteranos tenemos el oficio y la experiencia; y los más jóvenes tienen más elementos y más acceso a la tecnología. La reinversión de los profesionales en el sector será básica para acceder a determinados niveles tanto en lo económico como en la vida.
Para ir cerrando, al comenzar la entrevista hablaste del vaso medio lleno. ¿Qué te parece debería pasar para ir llenando el vaso?
Te cuento mi punto de vista que es enfocado a las empresas. Creo que para ir llenando el vaso a nivel macro, debemos confirmar que en Argentina se está produciendo un cambio cultural que pasó de un sistema populista a uno pro-mercado; por otro lado nivelar la cuestión económica; bajar la presión fiscal; y lograr definir una nueva visión de la empresa y sostenerla. Vamos hacia un sistema más competitivo. Hay que exigirle al político y al otro, lo mismo que uno debe exigirse a uno mismo. Debemos saber transformar el tiempo en algo valioso.