Juan Martín Salas, presidente de ASAGIR

Una vida entre la tierra, las instituciones y la vocación por el cultivo. La historia de Juan Martín Salas está marcada por una vocación que brotó temprano, como la semilla que encuentra tierra fértil y sol generoso. Por: Sebastián Nini – periodista Hoy, como presidente de ASAGIR, la Asociación Argentina de Girasol, se ha convertido […]
septiembre 5, 2025

Una vida entre la tierra, las instituciones y la vocación por el cultivo. La historia de Juan Martín Salas está marcada por una vocación que brotó temprano, como la semilla que encuentra tierra fértil y sol generoso.

Por: Sebastián Nini – periodista

Hoy, como presidente de ASAGIR, la Asociación Argentina de Girasol, se ha convertido en una figura clave del sector, con una mirada que combina sensibilidad productiva, visión institucional y convicciones profundas. Pero antes de todo eso, fue un niño curioso, criado entre veranos rurales y lecturas compartidas con su padre.

Nació en Capital Federal y estudió en el Colegio Marianista de Caballito, donde aún mantiene amistades del secundario. Pero fue en el campo —más precisamente en los veranos pasados junto a su tía y su tío, que tenían una explotación agropecuaria— donde germinó su pasión por la agronomía. “Hasta los cinco años, cuando otros chicos iban al jardín, yo pasaba los días metido en el campo. Me gustaba la vida rural no solo como descanso, sino como modo de vida”, recuerda.

Estudió Agronomía en la UBA y allí conoció a Malena, su esposa y colega. “Ella es de Hurlingham, también agrónoma. Nos conocimos en la facultad y cuando yo terminé, porque soy un poco más grande, le propuse mudarnos al campo. Fue todo un desafío”.

Los comienzos como pareja rural no fueron fáciles. “Cuando nos instalamos en el oeste bonaerense, estábamos muy solos. La familia prometía visitas que no siempre llegaban. Pero eso nos obligó a construir desde cero, a armar nuestra red desde la cercanía con otras personas, desde el esfuerzo compartido. Eso ayuda a forjar el carácter, jaja”.

Hoy viven en Pehuajó, tienen dos hijas adolescentes y una vida marcada por el trabajo, la comunidad y el compromiso institucional. Juan Martín lleva más de veinte años como productor y más de cinco como presidente de ASAGIR —cargo que ya ocupó previamente en otro período— desde donde impulsa el fortalecimiento de la cadena girasolera a nivel nacional.

Lo que se está viendo es un resurgimiento. No sé si vamos a tener una explosión desmedida de superficie, ni creo que eso sería lo más sano. Pero sí está claro que hay mayor intención de siembra. La tendencia es positiva. Muchos productores que habían dejado de hacer girasol lo volvieron a sembrar el año pasado por diversos factores, y les fue bien. Entonces se replantean volver a incluirlo en sus rotaciones, y en algunos casos, aumentan la superficie respecto a la campaña anterior.

“Muchos productores que habían dejado de hacer girasol lo volvieron a sembrar el año pasado por diversos factores, y les fue bien”

También hay zonas como el Chaco y el norte de Santa Fe que, por cuestiones climáticas —principalmente humedad inicial favorable— están avanzando fuerte en la siembra. Son regiones donde el girasol tiene buena competitividad y donde el cultivo puede desarrollarse muy bien.

Todo indica que la superficie nacional no solo no va a caer, sino que probablemente crezca. Y eso es consecuencia de una sumatoria de decisiones racionales, no de una moda pasajera.

Juan Martín Salas, presidente de ASAGIR

Creo que el punto de quiebre se da en la campaña pasada, con varios factores en juego. Por un lado, el fenómeno de la chicharrita afectó fuertemente al maíz en muchas regiones del país. Muchos productores quedaron expuestos al riesgo sanitario y a pérdidas significativas. Al mismo tiempo, hubo una prolongada baja de precios de soja y maíz, que hacía que los márgenes fueran cada vez más ajustados. Frente a eso, el girasol apareció como una opción atractiva.

Hay un factor externo clave: la guerra entre Rusia y Ucrania. Esos dos países son los principales exportadores mundiales de girasol, y la caída en la producción provocó una demanda global más fuerte del girasol argentino. Esa situación se tradujo en precios firmes que no se derrumbaron, incluso en época de cosecha, como suele ocurrir con otros cultivos.

El girasol tuvo precios consistentes desde septiembre en adelante, y eso dio confianza. Como si fuera poco, los rindes de esa campaña fueron excepcionales, especialmente en zonas no tradicionales, como Córdoba y el centro de Santa Fe. Esos números generaron entusiasmo. Cuando un productor prueba un cultivo y tiene buenos resultados, no solo lo repite, sino que lo recomienda. Es un efecto cadena que se dio con fuerza en esta última campaña.

Sí, absolutamente. El girasol tiene características agronómicas que lo hacen muy valioso en nuestra matriz productiva. Es rústico, con buena tolerancia al estrés hídrico, adaptable a distintos ambientes y con una ventana de siembra que permite planificar con más flexibilidad. Es especialmente valioso en un país como el nuestro, donde el clima puede cambiar drásticamente entre regiones y ciclos. Además, desde el punto de vista económico, hoy tiene números que cierran.

“El girasol tuvo precios consistentes desde septiembre en adelante, y eso dio confianza”

 Las ofertas de forward llegaron temprano —en julio ya había valores entre 330 y 400 dólares— lo cual permite decidir con más certidumbre. Y eso no es menor. La mayoría de los barbechos ya están definidos y los productos aplicados, pero el hecho de tener precios firmes desde el inicio ayuda mucho a consolidar la planificación. Más allá de la coyuntura, yo defiendo el girasol como parte de una estrategia más amplia. Cuando uno diversifica cultivos, distribuye riesgos. Tenes momentos críticos diferentes, cosechas escalonadas, y eso contribuye a la sostenibilidad. No es solo una cuestión de rentabilidad puntual; es mirar el sistema completo.

En mi caso, siempre está. No es el cultivo que más ingresos me genera, pero nunca dejé de hacerlo. Me parece importante desde el punto de vista técnico y agronómico. Lo incluyo tanto en las tierras propias como en las alquiladas. Me gusta tener una paleta variada que incluya maíz, soja, trigo, cebada, girasol. Todos aportan algo y todos tienen momentos críticos distintos. Eso te permite ser más resiliente frente al clima o al mercado.

En mi zona, el girasol había retrocedido bastante en las décadas del 2000 y 2010, pero empezó a volver. Yo lo sostuve incluso en esos años de retracción, porque creo en su valor estratégico. No estoy en el sudoeste ni el sudeste, donde el girasol es más dominante, pero le doy un lugar destacado porque confío en su aporte agronómico y económico, aun cuando no sea el más rentable.

Juan Martín Salas, presidente de ASAGIR

Desde ya que cualquier baja de impuestos es bienvenida, y en este caso puede mejorar la competitividad del girasol. Pero más allá del número puntual, hay que mirar el cuadro completo. Las retenciones afectan la capacidad de pago de quienes exportan, sobre todo de quienes colocan aceite. En ese sentido, esta baja parcial es positiva. Lo que también hay que poner en agenda son otros aspectos que muchas veces quedan fuera del debate económico puro, pero que influyen directamente en la productividad. Por ejemplo, el estado de los caminos rurales. A mí me toca vivirlo de primera mano. Hay pérdidas de tiempo, deterioro de la calidad del grano, cosechas demoradas, maquinaria que se rompe. Es un costo silencioso que el productor asume todos los días y que no siempre se visibiliza.

Si queremos construir una matriz agroindustrial más eficiente y competitiva, hay que pensar también en lo logístico, en lo territorial. Es parte de la infraestructura que sostiene la producción.

Estamos trabajando fuerte en lo que llamamos un plan estratégico. Queremos salir del cronograma anual y pensar a más largo plazo. Pero además de definir acciones, queremos escucharnos. Entender qué le pasa a cada eslabón de la cadena, cuáles son sus intereses, sus preocupaciones, sus aspiraciones. Muchas veces la rutina institucional —las reuniones por Zoom, las comisiones— nos aleja del diálogo más humano, más de pasillo. Queremos recuperar eso.

Después de la presidencia, quiero seguir colaborando. No se trata de tener un cargo, sino de estar disponible, de ayudar al que venga, de sostener el vínculo. Las instituciones se construyen también desde la continuidad, desde la generosidad en los relevos. Desde CREA también seguiré activo. Es un espacio que me representa mucho y en el cual sigo trabajando codo a codo con otros productores.

Juan Martín Salas combina la simpleza de un productor con la visión de un líder institucional. Habla con naturalidad, pero deja entrever una convicción profunda sobre el rol del girasol en la agricultura argentina. Para él, la clave está en sembrar vínculos, ideas y cultivos con mirada estratégica y espíritu colaborativo. Gracias Juan Martín por tu tiempo, tu claridad y tu compromiso con el campo.

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