Ing. Agr. (M. Sc.) Matías Cambareri –Responsable Laboratorio de Agrometeorología – EEA INTA Balcarce. Docente Facultad de Ciencias Agrarias UNMdP
Momento de definición de rendimiento en algunas áreas de nuestro país y el momento de comenzar a acumular reservas hídricas para dentro de unas semanas en otras. Con la “fina” prácticamente finalizada, nos queda apostar a los cultivos de “gruesa”. Un popular dicho afirma que “la fina se hace con el suelo y la gruesa con el cielo” entonces, saber qué nos puede deparar el futuro cercano respecto a las precipitaciones puede darnos un poco de alivio en zonas donde los cultivos de invierno no fueron del todo beneficiados por este evento meteorológico.
Como lo hablamos en ediciones anteriores, las precipitaciones representan la “oferta” de agua que junto con la evapotranspiración de cultivo (“la demanda”) determinarán el contenido de agua en el suelo, y es en esta variable agrometeorológica donde deberemos centrarnos para saber qué tan bien nos puede llegar a ir.
Para ello, veamos entonces qué ocurrió con “el insumo” del contenido de agua en el suelo: las precipitaciones. En la región pampeana en la primavera meteorológica (desde el 1 de septiembre al 30 de noviembre), las precipitaciones acumuladas estuvieron entre 100 y 300 mm (Figura 1), lo que significó anomalías negativas (Figura 2); principalmente en la zona centro-norte de esa región) o precipitaciones acumuladas dentro de los valores normales (en la zona centro-sur de esa región). Pareciera que esta última zona (Provincia de Buenos Aires-La Pampa-Sur de Córdoba y Santa Fe) no habría tenido inconvenientes hídricos en este período inicial. Sin embargo, centrándonos en una escala de tiempo menor, como es en el último mes (noviembre), veremos que esto no fue así.
Esta zona, recibió menos precipitaciones de lo normal (anomalías de entre 25 y 50%; Figura 3), es decir que llovieron sólo entre 50 y 10 mm (Figura 4). Esto sumado al incremento de las temperaturas (noviembre fue en general uno de los noviembres más cálidos de la historia) que favoreció valores elevados de evapotranspiración, llevó a tener niveles de agua en el suelo por debajo el 50% en la zona oeste de la región y por encima de ese valor en la zona este (con mejores condiciones en el sudoeste bonaerense).
Por lo tanto, los cultivos estarían entrando al período crítico con limitaciones de agua (en las zonas donde el agua en el suelo está por debajo del 50%) y podríamos “esperar” un tiempo más las precipitaciones en donde estamos por encima del 50% (Figura 5). Pero ese nivel de agua en el suelo no es por siempre… tengamos en cuenta que un cultivo está consumiendo (dependiendo de la región, el cultivo y su estadío fenológico) entre 5 y 10 mm/día. Entonces, ¿cuánto más podemos esperar ahí?
Lamentablemente con la atmósfera no hay magia, pero para responder a esta pregunta podemos utilizar este punto de partida para ver, en función de lo que los modelos de pronóstico a mediano-largo plazo (más allá de los 30 días) indican, si finalmente “la gruesa se hará con el cielo”.
Aunque estos modelos presentan un grado de incertidumbre, a partir de distintos niveles de probabilidad de ocurrencia el pronóstico trimestral elaborado por el Servicio Meteorológico Nacional (SMN) permite saber cuán alejados podemos estar de una situación “normal”. Así, el pronóstico trimestral para los meses de diciembre-enero-febrero emitido por el SMN podría darnos una idea de cómo transcurrirán el período crítico de determinación de rendimientos los principales cultivos de verano, permitiendo realizar una planificación en el corto plazo (en caso de ser posible).
El pronóstico trimestral del SMN indica mayor probabilidad de ocurrencia (entre 45 y 55%) de precipitación acumulada menor a lo normal en toda la zona núcleo productiva (Figura 6), lo cual significaría contar con menos de 350 a 200 mm en el verano meteorológico (Figura 7). A esto debemos agregarle también en prácticamente todo el país, la probabilidad de ocurrencia de mayor temperatura media (Figura 8), lo que podría magnificar efectos de falta de agua.
Por otro lado, continúa el fenómeno de La Niña (fase fría del evento ENSO, El Niño South Oscilation) que en nuestro territorio tiene (en general) un impacto negativo sobre las precipitaciones. La probabilidad de que en el próximo trimestre y hasta fin de ciclo de los cultivos (marzo-abril-mayo) se mantenga es superior al 60% y recién para la estación fría comenzarían a ser mayores las chances de presentar la fase cálida o neutral del evento (Figura 9).
Resumiendo…
Los cultivos de verano transcurrirán el período crítico bajo condiciones de deficiencia hídrica en toda la región pampeana, aunque lugares donde hoy el nivel de agua en el suelo es superior al 70-80% inicien ese período con niveles aceptables de agua en el suelo. El pronóstico trimestral del SMN no es muy alentador para gran parte de la superficie de nuestro país en cuanto a precipitaciones. Sumado a esto, el pronóstico del fenómeno ENSO continúa con mayores probabilidades de fase fría (La Niña) hasta el inicio del invierno, al menos. Sin embargo, esto no quiere decir que lloverá nada. A gran escala, será menos de lo normal. En una escala menor (por ejemplo, mensual) podría ocurrir que llueva lo necesario en la ventana de determinación de rendimiento. Quienes utilizaron estrategias de manejo tendientes a la conservación de agua, podrán sacar ventaja. Quienes tienen la posibilidad de regar, hacerlo de la forma adecuada, en función de los requerimientos del cultivo. Que el cielo nos lo permita, y SE HAGA!
Vuelvo a la carga con la recomendación de siempre: estar atentos a los pronósticos de corto plazo (7-15 días) la atmósfera es caótica y dinámica y las previsiones climáticas aquí presentadas, se refieren a condiciones medias durante el periodo analizado, por lo tanto no contemplan la ocurrencia de eventos puntuales tanto en la escala intra-estacional como en una escala menor a la regional.