Los micronutrientes cada vez son más necesarios

Por. Ing. Agr. M.Sc. Luis Ventimiglia La producción agrícola extensiva anualmente se va intensificando en busca de mayores productividades. Al respecto hay muchas evidencias, sin embargo, la fertilización con macro y meso nutrientes, es aún deficitaria. Prueba de ello son los balances nutricionales que se realizan en distintas zonas de nuestro país, en donde se […]
diciembre 5, 2022

Por. Ing. Agr. M.Sc. Luis Ventimiglia

La producción agrícola extensiva anualmente se va intensificando en busca de mayores productividades. Al respecto hay muchas evidencias, sin embargo, la fertilización con macro y meso nutrientes, es aún deficitaria. Prueba de ello son los balances nutricionales que se realizan en distintas zonas de nuestro país, en donde se verifica que se repone poco a muy poco de los nutrientes que se exportan con los granos.

 Se espera que la nutrición no limitante a partir de los aportes por fertilización explique entre el 29 y 39 % de los rendimientos máximos de los cultivos. Sin embargo, a pesar de estas expectativas de brechas en los rendimientos, el área fertilizada en cultivos de cereales no alcanza la totalidad del área cultivada mientras que en el caso de cultivos de soja, la fertilización es inferior al 57% (Díaz-Zorita y Grasso, 2016). 

Además, las dosis medias de fertilizantes aplicados, también muestran diferencias entre cultivos y en todos los casos con aportes de nutrientes en cantidades inferiores a las extraídas en la producción de granos. Nitrógeno en cereales y fósforo en general son los elementos mayormente aplicados y en menor magnitud el azufre, mayormente aplicado en combinación con N o con P (Grasso y Díaz-Zorita, 2018; Fertilizar AC, 2019). Las necesidades de N en cultivos de soja son complementadas en una alta proporción del área cultivada a partir de la inoculación (Perticari y Piccinetti, 2019).

Micronutrientes

          Considerando que esto está pasando con los nutrientes mayores, es fácil entender qué puede pasar con los micronutrientes. Para estos, el aporte que se realiza con la fertilización es ínfimo. Si bien el requerimiento de micronutrientes por parte de los cultivos es mucho menor que para los macros y mesonutrientes, su disponibilidad inicial en el suelo también es menor. Es posible que hasta hace algunos años no se vislumbraba la necesidad de fertilizar con micronutrientes, esto podría estar motivado por varios factores, entre los que se debería considerar las impurezas que contenían los productos que se adicionaban, ya sea como fertilizantes de base, herbicidas, insecticidas, fungicidas, etc, los cuales podrían palear, indirectamente las menores provisiones que los suelos tenían.

Actualmente el proceso de fabricación de distintos productos, hace que los mismos sean cada vez más puros, en consecuencia, esos pequeños aportes que ocurrían antes, ahora ya no ocurren. Las mejoras genéticas y de sanidad, como asi también todas aquellas asociadas al manejo de los lotes han mejorado los techos productivos de los cultivos.

El desafío para la fertilización es cubrir los requerimientos de nutrientes que el suelo no puede aportar para maximizar los rendimientos. Este manejo de la nutrición de los cultivos, reiterado en el sistema, afecta no sólo los niveles de fertilidad de los suelos sino que acentúa en los rendimientos entre los diferentes planteos productivos.

Trabajos de Hernán Sainz Rozas publicados en el 2011, ya mostraban la degradación que iban alcanzando los suelos en la región pampeana para distintos nutrientes, al comparar suelos prístinos, con los mismos suelos cultivados durante muchos años. Ese trabajo fue actualizado en el 2018, mostrando para esa época, una secuencia degradatoria de todos los nutrientes muy alarmante. Para el contenido de materia orgánica encontró una disminución promedio entre el 30 y 50 %. Para algunos micronutrientes esa disminución fue aún mayor. Ejemplo de esto se puede visualizar en el zinc, en donde el máximo detectado en un suelo prístino, según el trabajo de Sainz Rozas, era de 14 ppm, mientras que el máximo detectado en un suelo agrícola fue de 3 ppm, encontrándose el promedio para los suelos agrícolas en 1,3 ppm.

Este trabajo ya tiene, desde que realizaron los muestreos de suelo, unos cuantos años, durante este tiempo al suelo se le ha exigido más y más, y es muy poco o nada lo que se le ha aportado, principalmente en micronutrientes, en consecuencia, es esperable encontrar en la actualidad, respuestas al agregado de mucho de ellos, siendo que aún para algunos, no se detecta a simple vista la carencia en sus tejidos, pero las respuestas que se alcanzan con la fertilización, estaría mostrando el hambre oculta que muchos cultivos tienen.

Las menores concentraciones  de  micronutrientes  en  los  tejidos  vegetales,  en  comparación con macronutrientes tales como nitrógeno (N), fósforo (P)  y potasio (K), sugiere diferentes roles en  el  crecimiento  y  metabolismo  de  las  plantas  (Kyrkby  y  Romheld,  2004). 

Constituyen  grupos proteicos  y  son  activadores  de  reacciones  enzimáticas  y  catalizadores  de  procesos  redox  por transferencia  de  electrones, principalmente  los  elementos  de  transición  hierro  (Fe),  manganeso (Mn),  cobre  (Cu)  y  molibdeno  (Mo).  Otros  elementos,  tal  el  caso  del  Fe  y  zinc  (Zn), están  presentes  en  complejos  enzimáticos  con  actividad  en  la  erradicación  de  radicales  de oxígeno tóxico y protegiendo así membranas celulares, ADN, clorofila y proteínas en situaciones de estrés ambiental.(Diaz-Zorita 2015). Son importantes en procesos de desarrollo inicial ya que modularía la generación de hormona, necesaria para el crecimiento inicial de los cultivos (Taiz&Zeiger 2010)

          “El boro (B) y el  cloro  (Cl),  elementos  no  metales,  no  forman  parte  de  enzimas  ni  están  contenidos  en compuestos  orgánicos  esenciales, pero  forman parte,  de  la  composición  de  las  paredes  celulares”

Como resultado de estos procesos, Mn, Zn  y Mo están involucrados en procesos de tolerancia  al estrés, mientras que  Fe, Cu  y Mn participan del transporte de electrones en la fotosíntesis. En procesos de crecimiento  reproductivo  (inducción  a  la  floración,  polinización  y  establecimiento  de  los frutos), se detecta con actividad esencial la participación de Cu, Mn, Zn y B. En el  caso  de  cultivos  de  leguminosas,  Molibeno (Mo) y Cobalto Co), además  de  las  funciones  esenciales  directas  de  los micronutrientes en las plantas,  sus deficiencias interfieren en la simbiosis con rizobios, nodulación  y  consecuente  fijación  del  nitrógeno  atmosférico  (Fernandez-Canigia,  2003). 

Algunos resultados en el centro oeste bonaerense

Durante la última década en la zona de 9 de Julio, el INTA local ha venido trabajando en distintos cultivos a efectos de verificar la respuesta que se pueden encontrar a algunos micronutrientes. Las experiencias en todos los casos fueron realizadas en campo de productores, aplicando como variable la provisión o no de un determinado micronutriente, sobre la base del planteo nutricional que los productores aplicaban. En ciertas ocasiones se trabajó con un diseño estadístico, en tanto que en otras fueron comparaciones mediante parcelas apareadas.

En el caso de trigo se obtuvieron respuestas muy interesantes a la aplicación complementaria de boro. La misma se ubicaron con respuestas entre 190 kg/ha (2,6 %) extra a 781 kg/ha (11 %), extra de producción. En estos casos, el análisis de suelo previo a la siembra siempre estuvo por debajo de 0,5 ppm de boro, límite crítico indicado por la bibliografía.

En maíz, las respuestas fueron más sostenidas para el zinc, obteniéndose como promedio de diferentes fuentes empleadas, respuestas del orden del 11,4 %, equivalente a 1.210 kg/ha. Para este nutriente, las respuestas inclusive se alcanzaron con suelos que presentaron, en algunas experiencias, valores iniciales de zinc, superiores a 1 ppm, límite crítico manifestado por la bibliografía. Considerando el alto  costo  de  implantación  del  maíz,  que  implica  la  semilla híbrida, muchas veces con mejoras genéticas de vanguardia, y las elevadas dosis de fertilizantes utilizados (nitrógeno, fósforo, azufre, etc) es indispensable mitigar cualquier posible limitación a los rendimientos, de modo de maximizar el retorno de la inversión.

Soja, es el cultivo sobre el cual más se ha experimentado. En este caso las respuestas promedio encontradas mediante diferentes experiencia y campañas, permitieron, no solo visualizar respuestas de zinc y boro sino también de cobalto y molibdeno.

Para el zinc, se detectaron respuestas que se ubicaron entre 277 kg/ha a 833 kg/ha.

Para boro, los extremos de respuesta variaron entre 161 kg/ha a 980 kg/ha.

En el caso de cobalto y molibdeno, dos nutrientes claves en la fijación biológica de nitrógeno, se obtuvieron respuestas cercanas a los 300 kg/ha, representando casi un 7 % extra de producción.

Hay un importante número de experiencias realizadas en distintas zonas del país, que demuestran que ya con la fertilización básica, no alcanza para potenciar el rendimiento que los suelos y las condiciones productivas de cada año ofrecen.

“En muchas circunstancias se dejan de producir una importante cantidad de granos, por no aplicar un balance nutricional acorde al cultivo y al año en cuestión”

Cierre

La demanda de alimentos por parte del mundo es creciente y esa es una excelente oportunidad para un país como el nuestro, productor de materia prima. Se debe recordar que la tierra con mayor aptitud para producir es limitada, por lo tanto, se deberá hacer un uso “juicioso” de la misma. El crecimiento productivo debe ser vertical (más kg/ha) y no tanto horizontal (más hectáreas de un determinado cultivo).

Se han logrado en los últimos años importantes avances, tanto en genética, producción por ambiente, dosificación de insumos en forma variable, mecanización, protección de los cultivos, etc. El desarrollo de nuevas tecnologías en fertilizantes ha dado lugar a la aparición de formulaciones de mayor eficiencia que las tradicionales, en cuanto a la posibilidad de absorción de nutrientes por parte de las plantas. Todos, en forma integrada contribuyen a aumentar la producción agropecuaria.

Los suelos de gran parte de nuestro país, presentan síntomas de agotamiento nutricional, que hoy en día va más allá del nitrógeno, fósforo, azufre, etc. Otros nutrientes, tales como los requeridos en pequeñas cantidades, llamados micronutrientes y no por eso, menos importantes, ya demuestran la necesidad de poder incorporarlos a los planteos productivos. El tiempo pasa, las producciones se suceden año a año, comencemos a pensar de otra manera en la salud del suelo, antes de que sea demasiado tarde para poder remediar el problema.  

Bibliografía

Diaz-zorita.M 2015 Micronutrientes para la producción de soja

Díaz-Zorita M. & A. Grasso. 2016. Fertilización intensificada de planteos agrícolas. XXIV Congreso Anual AAPRESID. Del 3 a 5 Agosto de 2016, Rosario, Santa Fe.

Sainz Rozas H., H. Echeverria y H. Angelini. 2011. Fósforo extractable en suelos agrícolas de las regiones Pampeana y extrapampeana de Argentina. Informaciones Agronómicas de Hispanoamérica, 4:14-18.

Lincoln Taiz&Eduart Zeiger 2010 Plant Phisiology and development sixth edition

Kyrkby,  E.,  V.  Romheld.  2004  Micronutrients  in  plant  physiology:  functions,  uptake  and mobility. Proceedings 543, The International Fertilizer Society, UK.

Fernández-Canigia,  M.V.2003.  Factores  determinantes  de  la  noduacion.  Nitragin  Argentina, Buenos Aires, Argentina. 58 pp.

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