Por:Ing. Agr. (M. Sc.) Matías Cambareri – Responsable División Agrometeorología Caburé – Consultor Privado
Algunas sorpresas han aparecido en los últimos días, respecto a heladas tardías ocurridas (y pronosticadas) para mediados de noviembre en el sudeste de Buenos Aires (Azul-Chillar), donde el nivel de daño del trigo y la cebada fue exageradamente elevado. Aguardando los números finales de la cosecha de fina, nos queda saber qué nos prepara el verano meteorológico para el desarrollo y crecimiento de los cultivos de gruesa y si nos sorprende, que sea para bien.
Como siempre indicamos, las precipitaciones representan la “oferta” de agua que junto a la evapotranspiración de cultivo (“la demanda”) determinarán el contenido de agua en el suelo, y es en esta variable agrometeorológica donde deberemos centrarnos para saber qué tan bien se van a desarrollar y crecer nuestros cultivos.
En la primavera meteorológica (desde el 1 de septiembre al 30 de noviembre), las precipitaciones acumuladas estuvieron entre 100 y 300 mm (Figura 1), lo que significó anomalías negativas (de 20 a 90 mm) para la región litoral y este de la Provincia de Buenos Aires. Dentro de esa primavera meteorológica, se dieron momentos de precipitación mensual por encima de lo normal: septiembre y noviembre, en la región central de nuestro país; y por debajo de lo normal: octubre en prácticamente todo el territorio y noviembre en el litoral/sudeste de Buenos Aires.

Fuente CPC – NOAA.
Esto determinó que el nivel de agua en el suelo al inicio del verano meteorológico (1 de diciembre; Figura 2), nuestro famoso “punto de partida” de este análisis, sea adecuado a abundante sólo en el oeste de la Provincia de Buenos Aires / norte de Santa Fe – Corrientes y Entre Ríos. Prácticamente en todo el resto de la zona productiva del país el nivel de agua en el suelo es limitado, con menos del 40% de agua total en el suelo. Por lo tanto, exceptuando las zonas mencionadas con niveles adecuados de agua en el suelo, los cultivos de verano implantados de manera temprana estarían ingresando al período crítico de determinación de rendimiento con limitaciones de agua, así como el inicio de los cultivos de segunda iniciarían su desarrollo hídricamente limitados también.
Necesariamente y para no incurrir en deficiencias hídricas que lleven a pérdida de rendimiento, se requerirá en este mes reponer los niveles de agua en el suelo.
Podemos utilizar este punto de partida para ver, en función de lo que los modelos de pronóstico a mediano-largo plazo (más allá de los 30 días) indican, si finalmente estará comprometido el estado hídrico de los cultivos de verano durante el período crítico de determinación de rendimiento. Si bien estos modelos presentan un grado de incertidumbre, a partir de distintos niveles de probabilidad de ocurrencia, el pronóstico trimestral elaborado por el Servicio Meteorológico Nacional (SMN) permite saber cuán alejados podemos estar de una situación “normal”, permitiendo realizar una planificación en el corto plazo (en caso de ser posible).
La demanda la analizaremos a partir de la temperatura media esperada para los meses de diciembre-enero-febrero (DEF), debido a que es una de las variables determinantes de este proceso. El pronóstico trimestral del SMN indica mayor probabilidad (40-50%) de tener temperatura media por encima de lo normal en toda la región central del país (Figura 3). Es decir, que la temperatura media de ese período sería de al menos 0,5 °C mayor a los valores de temperatura media que observamos en la Figura 4. Esto podría indicar, por lo tanto, mayor demanda atmosférica, que podría traducirse en mayor demanda del cultivo.


Fuente: Servicio Meteorológico Nacional: Pronóstico Climático Trimestral, noviembre de 2021.
Por otro lado, las precipitaciones, tienen mayor probabilidad (40-50%) de ser inferiores a lo normal (Figura 5) es decir que se esperan menos de 350-200 mm (Figura 6; dependiendo de la zona) de precipitación acumulada para gran parte del país en el verano meteorológico.

La Niña
Asimismo, continúa el fenómeno de La Niña (fase fría del evento ENSO, El Niño South Oscilation) que en nuestro territorio tiene (en general) un impacto negativo sobre las precipitaciones. La probabilidad de que en el próximo trimestre y hasta fin de ciclo de los cultivos (marzo-abril-mayo) se mantenga es superior al 60% y recién para la estación fría comenzarían a ser mayores las chances de presentar la fase cálida o neutral del evento (Figura 7).

Fuente: Servicio Meteorológico Nacional: Pronóstico Climático Trimestral, noviembre de 2021.
Resumiendo… los cultivos de verano transcurrirán el período crítico bajo condiciones de deficiencia hídrica en gran parte del país y en la región central y NEA, donde el nivel de agua en el suelo hoy es adecuado, al menos el ingreso a esta etapa, será hídricamente bueno, así como el inicio de los cultivos de segunda se desarrollará de muy buena manera en esta zona, mientras que fuera de ella estará limitado.
Si bien el pronóstico trimestral del SMN no es muy alentador para gran parte de la superficie de nuestro país en cuanto a precipitaciones, sumado al pronóstico del fenómeno ENSO que continúa con mayores probabilidades de fase fría (La Niña) hasta el inicio del invierno, esto no quiere decir que lloverá nada. A gran escala, será menos de lo normal. En una escala menor (por ejemplo, mensual) podría ocurrir que llueva lo necesario en la ventana de determinación de rendimiento (la sorpresa!!).
Cierre
Por estas causas, resultan indispensables un planteo agronómico sustentable y un uso racional de los recursos tecnológicos disponibles. Quienes utilizaron estrategias de manejo tendientes a la conservación de agua, podrán sacar ventaja. Quienes tienen la posibilidad de regar, hacerlo de la forma adecuada, en función de los requerimientos del cultivo.

Para predecir la sorpresa a una escala de tiempo más corta, estar atentos a los pronósticos de corto plazo (7-15 días) la atmósfera es caótica y dinámica y las previsiones climáticas aquí presentadas, se refieren a condiciones medias durante el periodo analizado, por lo tanto, no contemplan la ocurrencia de eventos puntuales tanto en la escala intra-estacional como en una escala menor a la regional.