En gran parte del país -debemos exceptuar una zona situada al oeste de la Patagonia con un régimen hídrico Monzónico – el invierno es una época en donde las precipitaciones son escasas. Sin embargo, los pocos milímetros de lluvia que puedan ocurrir serán claves para la decisión de siembra de cultivos de fina o una vez tomada la decisión, para la implantación y el desarrollo de los mismos.
Por: Ing. Agr. Matías Cambareri –
Lamentablemente, el mes de julio viene siendo esquivo para las lluvias, así como lo viene siendo hace un tiempo. La precipitación acumulada durante el mes de junio (Figura 1) estuvo muy por debajo de lo normal (prácticamente en todo el país no se superó el 50% de la precipitación acumulada normal de junio). De la extensa red de estaciones pluviométricas con las que cuenta Caburé (www.cabure.com.ar), sólo el 15% de ellas (menos de 130 puntos de medición) tuvieron una precipitación acumulada mayor a 20 mm.
En la Provincia de Misiones, se dio la mayor cantidad de días con precipitación superior a 10 mm (6 días; en San Vicente) y en ese sitio también, se dieron los valores más altos de precipitación acumulada superando los 250 mm. Sin embargo y en términos más generales, el primer mes del invierno meteorológico no permitió incrementar los niveles de agua en el suelo en la mayoría del territorio productivo y ya podríamos empezar a pensar nuevamente en el agua como un recurso limitante.
La campaña de fina comenzó y debemos saber cómo se desarrollarán y crecerán nuestros cultivos y para eso debemos mirar cómo está el reservorio de agua: el nivel de agua en el suelo. El mes de junio no permitió buenas recargas de agua en los perfiles, pero (por suerte!) las temperaturas fueron muy bajas en todo el mes, razón por la cual el agua que había en el suelo prácticamente no se “perdió” evaporándose a la atmósfera.
Si bien superficialmente, que es lo que rápidamente está disponible para evaporación (primeros 10 cm; Figura 3), puede observarse alguna limitante, en profundidad (Figura 4), los niveles de agua en el suelo están entre adecuados a abundantes (más del 50% de agua útil en el perfil), lo que hace pensar que al menos en las primeras etapas de desarrollo de los cultivos de fina el estrés hídrico edáfico no debiera ser algo de qué preocuparse, una vez emergidos los cultivos. La escasez de precipitaciones sí nos hace pensar en cómo armar el esquema de fertilización.
Esta “foto” inicial del agua en el suelo para “la fina” junto a los pronósticos a largo plazo, nos permitirán realizar un correcto análisis para tomar las mejores decisiones en nuestro sistema productivo. Como la evolución del nivel de agua en el suelo puede ser estimada a partir de un balance entre la “demanda” (de la atmósfera o del cultivo una vez implantado) y la “oferta” de agua (precipitaciones), conociendo cuál es la tendencia a largo plazo (más allá de los 30 días) de las variables determinantes, puede predecirse de forma aproximada su comportamiento.
Con distintos niveles de probabilidad de ocurrencia, el pronóstico trimestral elaborado por el Servicio Meteorológico Nacional (SMN) ayuda a dilucidar cómo serán las condiciones de oferta (precipitaciones) y demanda (evapotranspiración, determinada en parte por la temperatura del aire) que hacen al balance de agua en el suelo, durante los próximos meses.
El pronóstico trimestral del SMN para el próximo trimestre de julio-agosto-septiembre indica: (i) mayor probabilidad (50-55%) de tener temperatura media por debajo de lo normal en el centro y norte de la Patagonia y hacia el centro-este de Buenos Aires, (ii) mayor probabilidad (40-50%) de tener una temperatura media normal o inferior a lo normal sobre la región de Cuyo, La Pampa y oeste de Buenos Aires, (iii) mayor probabilidad (>=40%) de tener una temperatura media normal sobre Entre Ríos, centro-sur de Santa Fe, Córdoba y sur de la Patagonia y (iv) mayor probabilidad (40-50%) de tener temperaturas medias superiores a lo normal en el NOA y NEA (Figura 5).
Esto significa que donde tenemos mayor probabilidad de tener temperatura media por debajo de lo normal, la temperatura media del trimestre mencionado sería al menos 0,5 °C menor a los valores de temperatura media que observamos en la Figura 6. Por lo tanto, como gran parte de la demanda atmosférica está asociada a la temperatura, es esperable que la evapotranspiración acumulada en este período sea menor a lo normal, en estas regiones y algo del agua que hoy existe en el suelo pueda conservarse.
Por otro lado, las precipitaciones acumuladas para el próximo trimestre (julio-agosto-septiembre) tienen mayor probabilidad de estar por debajo de lo normal (40-50%) en prácticamente todo el territorio argentino (Figura 7). Es decir que se esperan, dependiendo de la zona (Figura 8) menos de 50 a 150 mm acumulados en los tres meses. El balance hídrico atmosférico (diferencia entre la demanda atmosférica y las precipitaciones) tenderá a ser negativo en gran parte del país, por lo que es probable que la primavera meteorológica se inicie con valores de agua en el suelo “en rojo”, comenzando en ese momento clave a verse limitados los cultivos de fina implantados (No se realiza pronóstico para el NOA, debido a que esta es la estación seca).
Con respecto a la actualización del fenómeno ENSO (El Niño South Oscilation) que en gran parte de nuestro territorio tiene un impacto negativo (o positivo!) sobre las precipitaciones, estamos transitando la fase neutral del evento y continuará así al menos por el próximo trimestre. Sin embargo, el evento la Niña tiene niveles de probabilidad superiores al 70% desde el trimestre agosto-septiembre-octubre y hasta el fin de la campaña fina por lo que se espera que las precipitaciones nuevamente sean una limitante, o al menos más difícil que ocurran durante todo el ciclo (Figura 9). Es decir que será una campaña en la que ocurran lluvias, pero seguramente con escaso milimetraje o bien, de poco desarrollo en el espacio y el tiempo.
En resumen
Entre idas y vueltas, el fenómeno ENSO de esta campaña agrícola fina será “la Niña” (fase fría del evento) y al agua nuevamente puede llegar a limitar el crecimiento y desarrollo de los cultivos de fina (principalmente) en las zonas donde este evento tiene una señal importante. Si bien este evento puede asegurarnos menor humedad en la atmósfera y menor cantidad de eventos de lluvia en algunas regiones, no quiere decir que no existan precipitaciones próximamente.
El pronóstico trimestral del SMN, indica que en el mediano plazo habría precipitaciones por debajo de lo normal en una gran parte del territorio argentino, pero como indicamos la humedad en el suelo no debiera ser una limitante en las primeras etapas de desarrollo de los cultivos. Utilizar la agrometeorología como una herramienta más que permita maximizar el uso del agua, haciendo economía del recurso hídrico es siempre clave.
Como siempre, recomiendo hacer monitoreo de las condiciones actuales -una estación meteorológica sería lo ideal-, analizar los pronósticos (a mediano y corto plazo) y recopilar DATOS para la construcción de estadísticas que ayuden a tomar las mejores decisiones. Este artículo muestra sólo un pantallazo general de lo que puede ocurrir y debe seguir ajustándose a medida que la campaña avance, contando con mayor certeza en los indicadores. En una escala temporal menor (por ejemplo, mensual) podría ocurrir que llueva más de lo que el pronóstico trimestral indica por lo que estemos atentos a los pronósticos de corto plazo (7-15 días).
La atmósfera es caótica y dinámica y las previsiones climáticas que acá presentamos se refieren a condiciones medias durante el periodo analizado, por lo tanto, no contemplan la ocurrencia de eventos puntuales tanto en la escala intra-estacional como en una escala espacial menor a la regional.