La lección de Israel

La única democracia real de Medio Oriente es Israel y su Primer Ministro visitó este mes por primera vez el país. Todo lo que sucede ahí es impactante: desde su concepción teórica, lucha internacional por su reconocimiento y guerra de independencia, hasta su inserción global actual. Israel, un pedazo de arena con 114 kilómetros de […]
septiembre 20, 2017

La única democracia real de Medio Oriente es Israel y su Primer Ministro visitó este mes por primera vez el país. Todo lo que sucede ahí es impactante: desde su concepción teórica, lucha internacional por su reconocimiento y guerra de independencia, hasta su inserción global actual. Israel, un pedazo de arena con 114 kilómetros de ancho y 414 kilómetros de largo (ambos en su máximo punto) empezó literalmente de cero. O no? No.

Iván Ordóñez

Israel empezó con el recurso más preciado de todos: un capital humano apasionado por lo que hacía y de una riqueza intelectual superior. El primer paso fue organizar el territorio de algo que comenzaba, no había legado de propiedad de la tierra y el 93% de ella (la única privada es urbana) se encuentra en poder del Estado que la entrega en alquiler por 99 años. Como señala el rabino Daniel Goldman en una charla que tuve con él para Campo, el sueño de una Argentina verde y competitiva el principio legal se funda en la concepción bíblica que pone en el mismo plano tiempo y espacio; nadie es dueño del tiempo, por lo tanto tampoco del espacio.

Una vez organizado el territorio, en la batalla por la supervivencia, el joven país se dispuso al autoabastecimiento de alimentos. Combatir la escasez de agua era vital para la agricultura israelí y ahí está su aporte tecnológico al mundo, la invención más difundida es el riego por goteo que hoy ayuda a millones de productores agrícolas, en Argentina por sobre todo a los vitivinicultores. El ahorro en agua es infinito frente a otras técnicas y se complementa también con ahorros energéticos.

La lista de innovaciones es amplia y supera las ligadas a la escasez de agua como las membranas plásticas que condensan humedad ambiente para regar hortalizas. Incluye también técnicas para producciones que consumen mucha agua como sistemas para manejo de tambos que son exportados a China, o como Enzootic que con biotecnología desarrolla variedades de crustáceos utilizados en California. Otras utilizan la bondad del desierto: piletones de agua salada para cultivo de algas para combustible.

También desarrollaron un robusto aparato de investigación en genética vegetal que dio resultados como las papas resistentes a entornos desérticos, distintas variedades de tomates o melones o el novedoso sistema para introducir material genético en semillas que hace al breeding obsoleto de Yissum, conocido como TraitUP.

Cuando uno repasa la situación de los agronegocios israelíes se encuentra con el tradicional sesgo de las estadísticas elaboradas por los economistas. En 1979 el 6% del PBI de Israel era agrícola, mientras en la actualidad solo un 3% lo es, mientras que sus trabajadores no llegan al 1% de la fuerza laboral. Ahora bien, ese cálculo se circunscribe al empleo que sucede tranquera adentro (o kibutz adentro en este caso): todas las invenciones anteriores también son parte del sistema de agronegocios israelí, incluido el Israel Land Authority (ILA) que maneja la propiedad de la tierra y la Hebrew University que incubó a TraitUP.

Con una dieta variada de país rico intensiva en carnes de todo tipo y lácteos, Israel reconoce que es imposible cerrarse al mundo: 27% de su PBI son importaciones (para comparar, Argentina es solo la mitad). En valor sus importaciones de alimentos equivalen a la mitad de su producción (unos USD 8.000 millones). En su ADN están los tratados de libre comercio y en el 2007 firmó el suyo con el MERCOSUR.

Aún el intercambio comercial entre ambos países es magro: le exportamos USD 196 millones con un superávit de USD 80 millones, principalmente carne, vino (que utiliza su riego por goteo) y tabaco. Solo el 5% de sus importaciones de alimentos. Es una de las tantas oportunidades desperdiciadas por el país que se negó durante años a ser el supermercado del mundo.

En Start Up Nation, un libro que aborda el caso del milagro económico israelí, los autores se preguntan por qué Israel, que es una máquina de producir ideas, no tiene un Samsung, un Apple, un IBM. Entienden que el grueso de las ideas son adquiridas por grandes compañías antes de materializarse comercialmente. Su gran exportación son las ideas. En Israel no es importante la propiedad de la tierra o su calidad, lo importante es la agricultura como plataforma experimental para pensar y protagonizar el futuro.

Hace tiempo el país dejó de ser una nación de agricultores, si alguna vez lo fue: ya no ensamblan agricultura, la diseñan.

“No me vengan con que la agricultura genera empleo” le contesta el Gobernador de La Pampa a un periodista. La mitad de la provincia está incendiada y la otra inundada. Ambas pudieron haberse evitado con ideas y ejecución. El #Campo es mucho más que #Campo, en Israel lo saben.

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