Recrear relaciones cooperativas

Hace ya demasiadas décadas la Argentina alimenta un ciclo económico cada vez más volátil. Su dieta está basada dos desequilibrios fundamentales: una falencia para relacionarse económicamente con el mundo y una incapacidad creciente para administrar Estado en todos los niveles. Así las cosas, la volatilidad creó una cultura de negocios que no puede sostener el […]
noviembre 23, 2018

Hace ya demasiadas décadas la Argentina alimenta un ciclo económico cada vez más volátil. Su dieta está basada dos desequilibrios fundamentales: una falencia para relacionarse económicamente con el mundo y una incapacidad creciente para administrar Estado en todos los niveles.

Iván Ordóñez

Así las cosas, la volatilidad creó una cultura de negocios que no puede sostener el juego cooperativo. Esto se debe a que el cambio constante de las variables macro que determinan la rentabilidad micro de cada empresa (y persona) hace que se redefinan abruptamente las condiciones de los contratos pactados. Esta redefinición de los contratos demanda una negociación que desgasta a las partes, un desgaste que muchas veces desemboca en la ruptura de las relaciones u obliga a generar contratos de muy corto plazo. Con el correr del tiempo el conjunto de las relaciones económicas se encuentran sostenidas por una serie de contratos de corto plazo donde prima la búsqueda de la ganancia rápida. El nombre del juego es la desconfianza y el comportamiento es defensivo. Todos los agentes ven al resto como competidores en la caza por una ganancia extra que volátil y efímera, encaran el encuentro incapaces de ver un horizonte que supere la exacta transacción que se está dando.

La vida económica se transforma así en una pesadilla donde todos buscan sacar ventaja del otro y donde la creatividad está acotada. Además, todo esto agrega una infinita serie de costos a las transacciones, hace a la economía menos competitiva.

Ese comportamiento entre dos partes donde la desconfianza manda se multiplica hasta dominar la dinámica macro de las relaciones. Surgen razonamientos que presentan una fuerte lógica interna que es difícil de romper, un ejemplo clásico es: “no cambiaré mi comportamiento porque el Presidente (quien es quien en gran medida marca el grueso de las reglas de juego) tiene que validar sus políticas en la elección de medio término. Dado que la volatilidad no baja esperaré a que reelija para cambiar mi comportamiento. Una vez reelegido sé que solo le quedan cuatro años, es un pato rengo porque pase lo que pase se irá y nadie puede garantizarme que otro Presidente continuará el rumbo. Prefiero no modificar mi comportamiento”.

Romper con ese tipo de lógicas no es sencillo porque tienen una racionalidad económica que satisface a las partes: es un equilibrio suboptimo. Requiere de una dosis muy importante de voluntad política. En este caso la voluntad política sintetiza el cúmulo de valores que tiene cada agente de la economía para tomar una decisión que en el corto plazo no lo beneficiará, pero si en el largo.

Para poder construir soluciones a los problemas estructurales de la economía argentina se requiere de voluntad política para dejar un esquema de relaciones basadas en la desconfianza y pasar a otro donde el eje es la cooperación.

En las soluciones cooperativas los participantes tienen que ver que el sacrificio inmediato redundará en ganancias positivas netas individuales en el futuro, de lo contrario es muy difícil que dejen de mirar el corto plazo. Todos los problemas del planeta #Campo requieren de soluciones cooperativas donde en un principio todos (o muchos) ponen para que el conjunto del sistema luego gane.

Producir granos y proteínas animales como lo hacemos hoy puede no ser la forma más eficiente de hacerlo en el futuro. Estar constantemente mirando el corto plazo (o el espejo retrovisor) no está preparando al sistema de agronegocios para un largo plazo que puede no ser tan largo; es un hecho que en menos de 10 años competiremos con la hamburguesa sintética. Puertas adentro el sistema no tiene respuestas para este desafío: ¿será Argentina un jugador importante en el desarrollo de genética vegetal y animal? La innovación y el conocimiento que hoy juegan un rol clave en la dinámica de las principales economías del mundo aumentará su relevancia en el futuro.

Puertas afuera del sistema de agronegocios, el comportamiento que privilegia la ganancia de corto plazo puede enfrentarnos a un más a una sociedad urbana que mira con recelo al planeta #Campo, como cuantifica claramente el estudio realizado por Jorge Giacobbe con el que colaboré.

Quebrar una dinámica que ya lleva décadas es todo menos fácil, pero en ese desafío a la economía argentina se le va la vida. Hace ya casi 20 años que tenemos la peor performance de crecimiento económico del continente, solo equiparable a la de Brasil. Debemos abrir los ojos.

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