Manejo del tamaño de gota para dar en el objetivo
Autor: Ing. Agr. (Esp.) Facundo Menta –
Con la incorporación de la siembra directa dentro de los sistemas productivos extensivos de la Argentina, el manejo de los barbechos con herramientas químicas se volvió poco a poco práctica corriente. Es común hablar de barbechos, haciendo mención al lapso de tiempo que transcurre entre la primera aplicación para el control de malezas post-cosecha y la siembra del próximo cultivo dentro de una rotación planificada.
Además de reducir la incidencia de esas especies indeseadas dentro del sistema, los barbechos tienden a preservar los niveles de agua en suelo, con el fin de resguardar la disponibilidad del recurso para el cultivo sub-siguiente. En ese sentido, aquellos lotes que salen de cultivos estivales como el maíz, por la estructura del restrojo originado una vez “levantado el lote”, generan ciertas complicaciones a la hora de controlar malezas en post-emergencia de las mismas.
La complejidad de la tarea, viene de la mano de la ubicación de estas “malas hierbas”, consideradas como el blanco a alcanzar en este tipo de pulverizaciones. De toda la población objetivo a tratar, un gran porcentaje de ella, se encontrará situado en lugares de muy difícil acceso para las gotas transportadoras del activo que ejercerá el efecto herbicida buscado. El responsable de esa falta de acceso es el mismo rastrojo, su densidad, estructura y disposición. Nos encontraremos con malezas descubiertas totalmente, algunas semi-descubiertas y otras prácticamente cubiertas.
Sabemos que el proceso de una correcta aplicación de fitosanitarios, parte de la base de contar con un equipo en condiciones, limpio y correctamente calibrado (aunque suene reiterativo). Continuará con el armado de la mezcla de productos y acompañantes a nivel de tanque, siempre siguiendo el correcto orden de carga y evitando incompatibilidades. El paso siguiente será la fragmentación del caldo y liberación de gotas al ambiente para su viaje hacia el objetivo, lugar a donde se producirá el impacto y posterior deposición de la gota, para finalmente permitir el ingreso del activo que desencadene el efecto biológico buscado.
Garantizar el nivel necesario de cobertura en las malezas a controlar, sea cual sea su ubicación, es el gran desafío de los barbechos químicos bajo este tipo de rastrojos. De allí la importancia de generar el patrón y tamaño de gota adecuados para poder asegurar el correcto desempeño de los productos que se apliquen.
Se vuelve clave entonces, refrescar conceptos como el conocimiento de antemano de las características propias de los activos con que se trabajará (sobre todo su nivel de sistemia), la correcta determinación de la ubicación del objetivo a mojar, como así también el tomar consciencia del marco ambiental sobre el que se desarrollará la aplicación. Este análisis previo a cualquier pulverización, como siempre digo, constituirá el triángulo a atender para poder configurar variables a de manera acertada.
En el afán de ponerle números a la problemática planteada, se realizó tarjeteo a campo sobre rastrojo de maíz, con el objetivo de medir “nivel de llegada” en malezas ubicadas en lugares con diferentes grados de acceso, con la mirada puesta en evaluar la cobertura resultante en dichos sitios y corroborar si existen o no diferencias en los impactos/cm2 logrados. El otro aspecto a analizar, viene del lado del diámetro volumétrico de la población de gotas que den en las tarjetas, para lograr entender sus características, sobre todo de aquellas que tienen capacidad de entrada a lugares complicados y comprender la importancia de este punto.
“Como paréntesis, subrayar, que para la comparativa en cuestión (y como en el grueso de las mediciones vía “tarjeteo”), la correcta colocación de las tarjetas hidrosensibles se vuelve fundamental para la obtención de datos confiables”
Por un lado evaluamos tarjetas totalmente descubiertas, que nos indican la cobertura en aquellas malezas accesibles y “fáciles de mojar”. Pero además analizamos tarjetas semi-cubiertas, al reparo de los tocones y ubicadas en el lado opuesto respecto a la dirección proveniente del viento, que nos hablan del nivel de impactos que reciben aquellas malezas de “acceso restringido”.
Figura 2 y 3. Izq.: Tarjeta hidrosensible totalmente descubierta (simulando la situación de malezas de fácil acceso). Der.: Tarjeta hidrosensible al reparo y semi-cubierta (simulando la situación de malezas de acceso restringido).
La pulverización se llevó a cabo en lote productivo con destino a soja, mediante pulverizadora autopropulsada, aplicándose productos sistémicos (recordemos exigen 20-30 impactos/cm2) junto a coadyuvante a base de tensioactivo y antievaporante. Se utilizó boquilla cono hueco disco y núcleo D5/N23. Se trabajó a presión de 3 bares y a una velocidad de 15 km/h, arrojando un volumen de 55lts/ha, con un distanciamiento de 52cms entre picos. Las condiciones climáticas durante la evaluación fueron las siguientes, viento medio de 9km/h y Delta T medio de 2,5°C.
Figura 4. Datos obtenidos de las variables DVM e Impactos/cm2 para la técnica de aplicación evaluada, según el posicionamiento de la tarjeta hidrosensible. Condiciones climáticas a campo durante la prueba: Viento medio a razón de 9km/h, Delta T medio de 2,5°C. Menta F. 2023, datos sin publicar.
Como puede observarse tras el tarjeteo, la cobertura en la tarjeta “escondida” se reduce considerablemente respecto a la tarjeta totalmente descubierta (pasamos de 119 impactos/cm2 a 41 impactos/cm2), aunque sigue siendo igualmente suficiente para satisfacer los requerimientos de los herbicidas sistémicos que se aplicaron.
Vale aclarar además que el tamaño de gota en la tarjeta al reparo disminuyó (pasando de 231 micrones a 196 micrones), confirmando una vez más, que las gotas más chicas son las capaces de llegar a objetivos con interferencia. Gotas finas que por su mayor riesgo potencial de deriva, fueron protegidas utilizando el coadyuvante correcto, con propiedad antievaporante, a pesar de ser una aplicación invernal. Destacar además, que esta lógica es extrapolable a todas aquellas situaciones en que sea necesario “mojar” objetivos con baja exposición, como el caso por ejemplo, del control de adversidades bajo el canopeo de cultivos.
Un nuevo ejemplo, y van… de que el medir el resultado de nuestras aplicaciones a través de las tarjetas, es la forma de ponerle números a los trabajos de pulverización, para orientar a la definición de técnicas que aseguren niveles de coberturas suficientes en objetivo, valiéndonos de tamaños de gota aptos para cumplir con dicha misión. La medición, como siempre, nos otorga luego la oportunidad de corregir y mejorar, o de validar aquello que estamos haciendo de manera correcta. Trabajemos en ser simultáneamente eficientes y sustentables a la hora de realizar tratamientos dentro del sistema agrícola actual.