Por: Ing. Agr. Matías Cambareri- CPO Caburé
Habitualmente, en gran parte del país (exceptuando algunas regiones del oeste de la Patagonia), el invierno no es una época en la que se espere una gran lámina de precipitaciones acumuladas. Sin embargo los milímetros de lluvia que ocurran, serán claves para la decisión de siembra de cultivos de fina o una vez tomada la decisión, para la implantación y el desarrollo de los mismos.
Y así es como la maceta se fue llenando en algunos lugares (incluso excesivamente en los primeros días de julio), mientras que en otros esto comenzó a ocurrir de manera menos pronunciada. La precipitación acumulada durante el mes de junio (Figura 1) estuvo por debajo de lo normal principalmente en el litoral argentino, pero muchos puntos registraron importantes niveles de precipitación acumulada.
De la extensa red de estaciones pluviométricas con las que cuenta Caburé (www.cabure.com.ar), sólo el 20% de ellas (más de 170 puntos de medición) tuvieron una precipitación acumulada menor a 5 mm.
En la Provincia de Misiones, se dio la mayor cantidad de días con precipitación superior a 10 mm (4 días) y en esa Provincia también, se dieron los valores más altos de precipitación acumulada (superando los 163 mm en Cuchilla). El primer mes del invierno meteorológico no permitió incrementar los niveles de agua en el suelo en algunos sitios, mientras que en otros (sur de buenos aires y litoral) la precipitación ocurrida fue suficiente para dejar la maceta cargada de agua.
A pesar de las precipitaciones ocurridas, el SISSA (Sistema de Información sobre Sequías para el Sur de Sudamérica), que analiza el nivel de sequía asociado a la escasez de precipitaciones de los últimos 3 meses (entre abril y junio) sigue marcando áreas en sequía, pero “moderadas” o “anormales” en gran parte del país (Figura 2). Seguramente, con el correr de los meses esto tienda a desaparecer ya que esta sequía que el SISSA describe, está asociada sólo a escasez de precipitaciones, cosa que ya está empezando a dejar de ocurrir.
“La campaña de fina comenzó y debemos saber cómo se desarrollarán y crecerán nuestros cultivos y para eso debemos mirar cómo está el reservorio de agua: el nivel de agua en el suelo”
El mes de junio dejó una buena recarga de agua en los perfiles, principalmente en todo el litoral argentino, el este y el sur de Buenos Aires, donde tanto a nivel superficial, que es lo que rápidamente está disponible para evaporación (primeros 10 cm; Figura 3), como en profundidad (Figura 4), los niveles de agua en el suelo están entre adecuados a abundantes (más del 80% de agua útil en el perfil), lo que hace pensar que al menos en las primeras etapas de desarrollo de los cultivos de fina el estrés hídrico edáfico no será algo de qué preocuparse. Puede que algo a preocupar sean los excesos de agua en los primeros centímetros de suelo, imposibilitando en algunos casos las labores de siembra en los ciclos intermedios y cortos en el sur de la zona triguera.
Esta “foto” inicial del agua en el suelo para “la fina” junto a los pronósticos a largo plazo, nos permitirán realizar un correcto análisis para tomar las mejores decisiones en nuestro sistema productivo.
Como la evolución del nivel de agua en el suelo puede ser estimada a partir de un balance entre la “demanda” (de la atmósfera o del cultivo una vez implantado) y la “oferta” de agua (precipitaciones), conociendo cuál es la tendencia a largo plazo (más allá de los 30 días) de las variables determinantes, puede predecirse de forma aproximada su comportamiento.
Con distintos niveles de probabilidad de ocurrencia, el pronóstico trimestral elaborado por el Servicio Meteorológico Nacional (SMN) ayuda a dilucidar cómo serán las condiciones de oferta (precipitaciones) y demanda (evapotranspiración, determinada en parte por la temperatura del aire) que hacen al balance de agua en el suelo, durante los próximos meses.
“El pronóstico trimestral del SMN para el próximo trimestre de julio-agosto-septiembre indica mayor probabilidad (entre 40-45% y 50-55%) de tener temperatura media por encima de lo normal en prácticamente todo el centro-norte del territorio argentino (Figura 5)”
Esto significa que donde tenemos mayor probabilidad de tener temperatura media por encima de lo normal, la temperatura media del trimestre mencionado sería al menos 0,5 °C mayor a los valores de temperatura media que observamos en la Figura 6.
Por lo tanto, como gran parte de la demanda atmosférica está asociada a la temperatura, es esperable que la evapotranspiración acumulada en este período sea mayor a lo normal, en estas regiones y se “pierda” más agua de lo normal.
Por otro lado las precipitaciones acumuladas para el próximo trimestre (julio-agosto-septiembre) tienen (i) mayor probabilidad de estar por encima de lo normal o normal (40-45%) sobre el norte del Litoral, este de Buenos Aires y oeste de la Patagonia,(ii) mayor probabilidad de estar por encima de lo normal (45-50%) sobre el oeste de la Patagonia, y (iii) inferior a lo normal o normal (40-45%) la provincia de Córdoba y oeste de Santa Fé (Figura 7).
Es decir que se esperan más de 150 a 200 mm acumulados en la Provincia de Buenos Aires, por ejemplo y más de 100 a 150 mm en el oeste de la Patagonia (Figura 8). El balance hídrico atmosférico (diferencia entre la demanda atmosférica y las precipitaciones) sería positivo en gran parte del país, pudiendo cumplir con la demanda esperable de los cultivos de fina en sus etapas iniciales. (No se realiza pronóstico para el NOA, debido a que esta es la estación seca).
Con respecto a la actualización del fenómeno ENSO (El Niño South Oscilation) que en gran parte de nuestro territorio tiene un impacto negativo (o positivo!) sobre las precipitaciones, ya estamos transitando la fase cálida del evento y continuará así durante toda la campaña. El evento el Niño tiene niveles de probabilidad superiores al 80% hasta el fin de la campaña fina, por lo que se espera que las precipitaciones ocurran durante todo el ciclo (Figura 9). Es decir que será un año de lluvias, el tema es si serán lluvias que ocurran en tiempo y forma de manera de poder ser aprovechadas eficientemente por nuestros cultivos.
En resumen
La condición del fenómeno ENSO para la próxima campaña agrícola será “el Niño” y esto aseguraría tener precipitaciones adecuadas, si es que otros forzantes atmosféricos que interaccionan con este evento lo permiten. Este evento puede asegurarnos mayor humedad en la atmósfera y mayor cantidad de eventos de lluvia, habrá que cruzar los dedos y esperar que esos eventos se distribuyan de manera adecuada en el tiempo, de manera de poder aprovecharlos en su totalidad.
El pronóstico trimestral del SMN, también indica que en el mediano plazo habrá precipitaciones por encima de lo normal en zonas productivas importantes de nuestro país (es decir que lloverá, pero no mucho que es lo normal para los meses de invierno). Respecto de la campaña de fina que ya estamos transitando, arrancamos con muchos suelos a capacidad de campo, bien provistos de humedad y de continuar de esta manera, este será el año para usar los fungicidas que nos quedaron archivados en la campaña anterior.
Como siempre digo, utilizar la agrometeorología como una herramienta más que permita maximizar el uso del agua, haciendo economía del recurso hídrico: hoy estamos con buenas condiciones de humedad y esto promete seguir así, pero también en las buenas hay que tomar decisiones así que recomiendo hacer monitoreo de las condiciones actuales, analizar los pronósticos (a mediano y corto plazo) y recopilar DATOS para la construcción de estadísticas que ayuden a tomar las mejores decisiones.
Este artículo muestra un pantallazo general de lo que puede ocurrir y debe seguir ajustándose a medida que la campaña avance, contando con mayor certeza en los indicadores. En una escala temporal menor (por ejemplo, mensual) podría ocurrir que llueva más de lo que el pronóstico trimestral indica por lo que estemos atentos a los pronósticos de corto plazo (7-15 días). La atmósfera es caótica y dinámica y las previsiones climáticas que acá presentamos se refieren a condiciones medias durante el periodo analizado, por lo tanto no contemplan la ocurrencia de eventos puntuales tanto en la escala intra-estacional como en una escala menor a la regional.