Por: Matías Cambareri – CPO Caburé
El título de este artículo es una frase antigua, pero creo que este año se va a volver a usar. Y va a ser así porque el evento del Niño ya está activo y se espera que en los próximos meses ese vaivén de lluvias finalmente deje de ocurrir, y sean más las que nos toquen que las que nos esquiven. Los perfiles del suelo están muy bien provistos de agua (en algunos casos) dado que las lluvias comenzaron y dejaron muy buenas láminas de agua acumulada, situación que permitirá buena implantación de cultivos.
En las próximas líneas y acompañados de figuras que ayudarán a comprender la dimensión de lo ocurrido durante el pasado mes, haremos un recorrido de lo que dejó mayo en términos (agro) meteorológicos y qué se viene para los próximos meses, demostrando que la fina se hará con el suelo.
En el mes de mayo del 2023, ocurrieron precipitaciones de variada intensidad y llegaron incluso a estar por encima de lo normal en el este de Buenos Aires, sur de Entre Ríos y sudeste de Santa Fe. La anomalía positiva en esta zona llegó a ser de hasta ¡100 mm! en algunos sitios. Cosas que este año Niño puede traer. La red de estaciones meteorológicas de Caburé (www.cabure.com.ar) nos muestra de manera gráfica cómo fue la distribución de precipitación acumulada en el mes de mayo en nuestro país, así como también da la posibilidad de obtener algunos insights que nos permiten jugar un poco con los números (Figura 1).
Esta vez fue en la Provincia de Entre Ríos donde se dio el máximo valor de precipitación acumulado (288 mm). El panorama general de precipitaciones comienza a mejorar y por ejemplo en la red, se recopiló que en el 35% de los puntos de medición (de aproximadamente 1000) la precipitación acumulada no superó los 20 mm, en el 64% de los puntos la precipitación acumulada fue menor a 50 mm y en el 79% de los puntos la precipitación acumulada fue menor a 100 mm. En la Provincia de Buenos Aires (San Andrés de Giles) fue donde se dio la mayor cantidad de días con precipitación superior a 20 mm (5 días), mientras que el valor más alto de precipitación acumulada en un día (alcanzando los 140 mm) ocurrió el 20 de mayo en Patiño, Formosa.
Como mencionamos en el párrafo anterior, buenas lluvias este mes, pero según el SISSA (Sistema de Información sobre Sequías para el Sur de Sudamérica), el nivel de sequía asociado a la escasez de precipitaciones de los últimos 3 meses (entre marzo y mayo) aún es considerado como “sequía severa a excepcional” en el norte de la Provincia de Buenos Aires y este de la Patagonia (Figura 2). Seguramente, con el correr de los meses esto tienda a desaparecer ya que esta sequía que el SISSA describe, está asociada sólo a escasez de precipitaciones, cosa que no debiera faltar a partir de ahora.
Pero la campaña de fina comienza y debemos saber cómo comenzarán su desarrollo y crecimiento nuestros cultivos y para eso debemos mirar cómo está el reservorio de agua: el nivel de agua en el suelo.
El mes de mayo dejó una buena recarga de agua en los perfiles, principalmente en todo el Litoral argentino, donde tanto a nivel superficial, que es lo que rápidamente está disponible para evaporación (primeros 10 cm; Figura 3), como en profundidad (Figura 4), los niveles de agua en el suelo están entre adecuados a abundantes (más del 80% de agua útil en el perfil), lo que hace pensar que al menos en las primeras etapas de desarrollo de los cultivos de fina el estrés hídrico edáfico no será algo de qué preocuparse. Puede que algo a preocupar sean los excesos de agua en los primeros centímetros de suelo, imposibilitando en algunos casos las labores de siembra en los ciclos intermedios y cortos en el sur de la zona triguera.
Esta “foto” inicial del agua en el suelo para “la fina” junto a los pronósticos a largo plazo, nos permitirán realizar un correcto análisis para tomar las mejores decisiones en nuestro sistema productivo. Como la evolución del nivel de agua en el suelo puede ser estimada a partir de un balance entre la “demanda” (de la atmósfera o del cultivo una vez implantado) y la “oferta” de agua (precipitaciones), conociendo cuál es la tendencia a largo plazo (más allá de los 30 días) de las variables determinantes, puede predecirse de forma aproximada su comportamiento.
Con distintos niveles de probabilidad de ocurrencia, el pronóstico trimestral elaborado por el Servicio Meteorológico Nacional (SMN) ayuda a dilucidar cómo serán las condiciones de oferta (precipitaciones) y demanda (evapotranspiración, determinada en parte por la temperatura del aire) que hacen al balance de agua en el suelo, durante los próximos meses. El pronóstico trimestral del SMN para el próximo invierno meteorológico (trimestre junio-julio-agosto) indica mayor probabilidad (45-50%) de tener temperatura media por encima de lo normal en prácticamente todo el centro-norte del territorio argentino, exceptuando Santiago del Estero, Chaco, Formosa y este de Salta (Figura 5).
Esto significa que donde tenemos mayor probabilidad de tener temperatura media por encima de lo normal, la temperatura media del trimestre mencionado sería al menos 0,5 °C mayor a los valores de temperatura media que observamos en la Figura 6. Por lo tanto, como gran parte de la demanda atmosférica está asociada a la temperatura, es esperable que la evapotranspiración acumulada en este período sea mayor a lo normal, en estas regiones y se “pierda” más agua de lo normal.
Por otro lado las precipitaciones acumuladas para el próximo invierno meteorológico (trimestre junio-julio-agosto) tienen (i) mayor probabilidad de estar por encima de lo normal (45-50%) sobre el norte del Litoral, este de Buenos Aires y oeste de la Patagonia,(ii) mayor probabilidad de estar por encima de lo normal o normal (40-45%) sobre el sur del Litoral, oeste de Buenos Aires, La Pampa, sur de Cuyo y este de la Patagonia, y (iii) normales (>=40%) sobre la región norte, Córdoba, oeste de SantaFé, este de SanLuis y sur de Patagonia (Figura 7)
. Es decir que se esperan más de 150 a 200 mm acumulados en la Provincia de Buenos Aires, por ejemplo y entre de 25 a 50 mm en la Provincia de Córdoba (Figura 8). El balance hídrico atmosférico (diferencia entre la demanda atmosférica y las precipitaciones) sería positivo en gran parte del país, pudiendo cumplir con la demanda esperable de los cultivos de fina en sus etapas iniciales. (No se realiza pronóstico para el NOA, debido a que esta es la estación seca).
Con respecto a la actualización del fenómeno ENSO (El Niño South Oscilation) que en gran parte de nuestro territorio tiene un impacto negativo (o positivo!) sobre las precipitaciones, ya está más que confirmada la fase cálida para toda la campaña. El evento el Niño tiene niveles de probabilidad superiores al 80% desde el trimestre invernal hasta el trimestre estival (Figura 9). Es decir que será un año de lluvias, el tema es si serán lluvias que ocurran en tiempo y forma de manera de poder ser aprovechadas eficientemente por nuestros cultivos.
En resumen
La condición del fenómeno ENSO para la próxima campaña agrícola será “el Niño” y esto aseguraría tener precipitaciones adecuadas, si es que otros forzantes atmosféricos que interaccionan con este evento lo permiten. Este evento puede asegurarnos mayor humedad en la atmósfera y mayor cantidad de eventos de lluvia, habrá que cruzar los dedos y esperar que esos eventos se distribuyan de manera adecuada en el tiempo, de manera de poder aprovecharlos en su totalidad.
El pronóstico trimestral del SMN, también indica que en el mediano plazo habrá precipitaciones por encima de lo normal en zonas productivas importantes de nuestro país (es decir que lloverá, pero no mucho que es lo normal para los meses de invierno). Respecto de la campaña de fina que viene, todo parece indicar que este año si se hará con el suelo y que también usaremos los fungicidas que nos quedaron archivados en la campaña anterior.
Como siempre digo, utilizar la agrometeorología como una herramienta más que permita maximizar el uso del agua, haciendo economía del recurso hídrico: hoy estamos con buenas condiciones de humedad y esto promete seguir así, pero también en las buenas hay que tomar decisiones así que recomiendo hacer monitoreo de las condiciones actuales, analizar los pronósticos (a mediano y corto plazo) y recopilar DATOS para la construcción de estadísticas que ayuden a tomar las mejores decisiones.
Este artículo muestra un pantallazo general de lo que puede ocurrir y debe seguir ajustándose a medida que la campaña avance, contando con mayor certeza en los indicadores. En una escala temporal menor (por ejemplo, mensual) podría ocurrir que llueva más de lo que el pronóstico trimestral indica por lo que estemos atentos a los pronósticos de corto plazo (7-15 días). La atmósfera es caótica y dinámica y las previsiones climáticas que acá presentamos se refieren a condiciones medias durante el periodo analizado, por lo tanto no contemplan la ocurrencia de eventos puntuales tanto en la escala intra-estacional como en una escala menor a la regional.